Alguien dijo que el matrimonio estaba mal diseñado. Y parece ser que tenía toda la razón, porque cada día aumenta en el mundo la cifra de matrimonios que deciden separarse. 

Para la gran mayoría de las mujeres tomar la decisión de divorcio no es nada fácil. Cuando deciden hacerlo se llenan de culpa, por más que tengan claro que no aguantan una mentira, ni un golpe, ni un insulto más. 

También entran en una crisis consigo mismas, con el trabajo, con la familia, con la exsuegra, con sus hijos, con las amigas, con la nueva mujer del ex, son víctimas de ellas mismas: se callan lo que verdaderamente piensan y sienten para protegerse, para no ser débiles, por miedo o porque no hay más remedio. 

Cada una es antagonista de su propia historia y tiene un motivo, un conflicto que hará que su matrimonio se haga aún más difícil. 

Las protagonistas de esta historia tienen además una cosa en común: por desgracia o por fortuna están separadas o a punto de estarlo. A excepción, de Antonia Palacio, la dueña de la empresa de servicios inmobiliarios donde todas trabajan. Ella es la única que todavía puede decir que después de 20 años de matrimonio sigue felizmente casada. La pregunta es: ¿hasta cuándo le va a durar la dicha?