El penúltimo beso

Lunes a viernes 9:00 p.m. EST - 8:00 p.m. COL

El penúltimo beso

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En algún lugar del universo, donde nacen las historias de amor y donde se inspiran las canciones que nutren el alma de los enamorados, alguien estaba poniendo atención cuando Manolo le juró a Noelia que, si él pudiera retroceder el tiempo, no volvería a cometer ninguno de los errores que desencadenaron el rompimiento de su noviazgo y la decisión irrevocable por parte de ella, de alejarse, olvidarse de ese amor y contraer matrimonio con Eddy, un novio que tuvo antes de conocer a Manolo. 

Quien quiera que fuese el personaje que oyó el juramento del protagonista de esta historia, también tuvo el poder para concederle a Manolo su deseo. Solo que esa oportunidad de volver a vivir para reparar las equivocaciones tiene una condición implacable: si en un lapso de seis meses, Manolo no es capaz de cumplir su juramento, Noelia estará irremediablemente condenada a morir la noche del 6 de septiembre.

Ese plazo comienza a correr la mañana en la que Manolo se despierta en la clínica después de haber sobrevivido a un grave accidente automovilístico que ocurrió cuando él “iba conduciendo a más de cien”, cegado por la desesperación de tratar de disuadir a Noelia, a la que ahora supone muerta. 

Cuando Manolo logra entender que Noelia está viva gracias a que a él le devolvieron seis meses en el tiempo, también se entera de que la única manera de evitar que el destino fatal se cumpla es que él no cometa ni un solo error.

Noelia es la única hija de Juan Fernández y Victoria Santamaría, un matrimonio con ínfulas de sangre azul y el poder económico necesario para llegar al barrio donde vive Manolo con la decisión de expulsar a sus habitantes y transformarlo en la nueva zona residencial de lujo para la clase alta de la ciudad. 

Manolo, por su parte, es el hijo del medio de Silvio Izquierdo y Lupe Preciado, una pareja de hippies que en los años sesenta practicó la filosofía de hacer el amor y no la guerra y que después de veinticinco años de matrimonio, tres hijos, y una casa como único patrimonio económico, siguen comprometidos con ideales como la igualdad, la justicia social y la democracia, formas de pensar y de vivir que para los padres de Noelia no son más que embelecos populares de gente inferior con la que no es posible mezclarse.

Una historia de amor que tiene tanto de melodrama como de comedia y donde una selección de canciones del género de “música para planchar”, reconocidas de los años 60 y 70, tienen tanto protagonismo como Manolo y Noelia.